
“Si todos los creyentes participamos, claro que podemos colocar un buen perfil en la Corte, también en los juzgados y tribunales; si participamos, podemos incidir positivamente”.
El 1 de junio se llevarán a cabo elecciones para elegir por primera vez a ministros, magistrados y jueces.
He escuchado a algunas personas decir que no van a votar porque no quieren convalidar el fraude; esta declaración es un grave desacierto porque no es un fraude, es una ley vigente que fue aprobada y publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF).
Si no participamos en la elección, alguien más elegirá a las personas juzgadoras por nosotros.
En estas elecciones los expertos prevén una participación muy baja de la población con credencial de elector.
Es decir, se dice que el gobierno está apostando a que con los votos “fijos” de sus clientes electorales le basta para colocar nueve perfiles afines en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Esto debería motivarnos a participar: si todos los creyentes participamos, claro que podemos colocar un buen perfil en la Corte, también en los juzgados y tribunales; si participamos, podemos incidir positivamente.
Pensemos en los futuros ministros a la Suprema Corte, pues de una boleta con 64 nombres y sus respectivos números, los ciudadanos tendremos que escribir únicamente los números de cinco candidatas y cuatro candidatos.
Estos ministros durarán 12 años en el cargo, el doble de tiempo que un gobernador; además, estos ministros serán mucho más poderosos que los ministros actuales, ya que además de que son menos, conocerán de todos los asuntos.
Es decir, un ministro conocerá de civil, penal, administrativo y laboral; de todos los asuntos, por 12 años. Más poder en menos personas. ¿De verdad es prudente no incidir?
Hay buenos candidatos, muy pocos, pero los hay: si queremos promover la democracia, involucrémonos, participemos y votemos. ¡Si somos muchos, les daremos el susto de su vida!